jueves, 5 de septiembre de 2013

bestiario de pasiones 10ma parte


No eso no fue lo que pasó. Entramos en el laberinto, cada uno tomo su camino. Yo llevaba un carrete de hilo dorado con el que iba marcando el camino. Anduve en línea recta y en la tercera intersección giré a la derecha, caminé por un estrecho corredor y giré a la izquierda. Sonrío, sonrío, sonrió. No me ha visto. Giro a la izquierda, sigo caminando, tomo una revista la abro en una página que puede ser cualquiera, verla no es el objetivo principal, es solo una distracción para cualquier mirada imprudente. Giro a la derecha y luego a la izquierda. Localizo mi fetiche; una tela de seda que quiero robar, la tomo, la miro, me la paso por la cara, la escondo en el lomo de la revista en el plano bajo de mi cuerpo,  oculto la tela con la mano izquierda, con la mano derecha me toco la cara. De ahora y en adelante hasta que logre salir del laberinto debo coquetear con todos los seres que encuentre en mi camino. Es una pequeña triquiñuela que consiste en jugar con el ego. 





















bestiario de pasiones 8va parte


En el último año de la oscuridad, Klaus terminó el jardín de la Reina Cabeza Magnética.


La fiebre me duró uno semana. Fue tan intensa que el fuego quemó la cabañita y los árboles, y los muebles, y el puente. Cuando mejoré decidí organizar mi vida. Me fui en la balsa que era lo único que había sobrevivido a mi fiebre. Abrí un restaurante en otra cabañita, en otra isla. Tenía una brisa tropical, y tuve tiempo para estar solo y reflexionar. Al cabo de un año cerré el restaurante, tomé mis ahorros, una maleta con todo lo necesario para vivir y me fui de la playa. Me alejé de todos los recuerdos, del olor dulzón de las tardes, del sabor de los camarones, de las olas, de todo.
Volví a la ciudad un abril, luego de viajar un año en carretera montado en una bicicleta. Era un abril lluvioso y de un color demasiado tugsténico, como el de los recuerdos, como el de mis recuerdos.



El 31 de octubre quede de reunirme con un amigo en un bar que se llamaba Leiva. Al llegar al lugar vimos que todo estaba viciado, el aire era una mezcla de olores, sudor, feromonas, cigarrillo, perfume barato. La gente estaba tirada en el suelo; algunos habían estado inyectándose heroína y el agotamiento se les marcaba en los ojos. El lugar tenía una decadente decoración de  fiesta de cumpleaños; había globos amarillos y serpentinas. Y entonces la vi. Llevaba el pelo corto y azul y un vestido de leopardo con un tutú, unas medias de malla rotas y unos tacones azules, también tenía un corsé y una anaconda en su cuello. Estaba bailando Cascade de Siouxie and the banshes, Ella me vio y con la misma tranquilidad con la que me recogió cuando estaba muerto, se me acercó y me invitó a bailar. Bailamos hasta las tres y media de la mañana, luego salimos a caminar. Llovía un poco, no demasiado, Greta se quitó los tacones y anduvo descalza, fumó varios cigarrillos mientras caminábamos y hablábamos.
Llegamos a mi casa de esa época que quedaba subiendo la montaña. Era una de las privilegiadas casas entre la montaña y la ciudad. La vista de las cuatro de la mañana era increíble, la ciudad se alzaba con sus imponentes luces y se veía el movimiento de algunos autos. Teníamos mucha hambre así que cocinamos juntos. Lo recuerdo bien. Preparamos una pasta con mariscos, y/o champiñones, y estaba bañada en queso camembert, destapamos una botella de vino tinto para acompañar el crepúsculo, y pasamos el amanecer recordando viejos tiempos, haciendo chascarrillos, sentados en la terraza de la casa.
A las ocho de la mañana habíamos bebido cuatro botellas de vino y fumado un paquete y medio de cigarrillos. Decidimos dormir. eEsa noche tuve una pesadilla.
Un demonio me perseguía por una serie de habitaciones que llegaban a auditorios que a su vez eran salones de clase y coliseos romanos, yo salía de una habitación para entrar a otra igual, yo podía volar pero había aprendido hace poco, así que no era muy bueno y me daba tropezones con las sillas, finalmente el demonio, me alcanzó y comenzó a lamerme el culo después de eso me agarró fuertemente de las caderas, yo trataba de escabullirme y lentamente fui cediendo mi resistencia y el demonio me violó en el sueño. Cuando me desperté Greta se había ido.
Durante las semanas siguientes me vi mucho con Greta.


…Las cosas no son como eran antes, ni siquiera me reconocerás…








































bestiario de pasiones 7ma parte

(…)
Entonces, la miré a los ojos y le dije que la amaba. Greta me miró de arriba abajo. No hubo expresión en su mirada. Apagó el cigarrillo en la vena de su muñeca izquierda, se levantó de la cama buscó un pañuelo y se quitó la cara, la botó al piso.  Salió por la ventana. No regresó. Pasaron 2 años hasta que la volví a ver.

Es el doble quien vela y actúa mientras el vivo duerme y sueña, e inversamente <<el eidolón duerme mientras los miembros están en movimiento, pero a menudo, en sueños, revela el porvenir al que duerme>> (Píndaro). Igualmente, los síncopes y desvanecimientos indican una fuga del doble. Sueño y síncope son ya la imagen de la muerte, con la que el doble abandonara y esta vez para siempre, el cuerpo.
Más aún, el doble puede actuar en forma autónoma incluso en estado de vigilia. Como dispone de fuerza sobrenatural, se metamorfoseará en un tigre o en un tiburón para cometer un asesinato, pero esta astucia no puede engañar a nadie y los deudos del devorado volverán para ejercer su venganza en la persona a la que el doble asesino se ha reintegrado.
Una de las manifestaciones permanentes del doble es la sombra. La sombra, que para el niño es un ser vivo, que como había dicho ya Spencer, ha sido para el hombre uno de los primeros misterios, uno de los primeros descubrimientos de su persona. Y como tal, la sombra se ha convertido en la apariencia, la representación, la fijación, el nombre del doble. No solo los griegos, con el Eidolón, emplean la palabra sombra para designar al doble al mismo tiempo que a l muerto: también los Tasmanios (Taylor), los Algonquinos, e innumerables tribus arcaicas. En Amboine y en Ulias, dos islas ecuatoriales, los habitantes no salen jamás a medio día cuando desaparece la sombra, pues temen perder su doble. (8)         
    
Tanto miedo tienes de la tormenta que no puedes soportar lo impredecible.
La noche que Greta se fue me enfermé, tuve una fiebre de 42 grados, alucinaciones y sudaba mucho. Recuerdo que las sábanas estaban todas húmedas y pegajosas. Sentía mi propio cuerpo como barro pegajoso.
Cuando llegó el apoteósico final de la era de los dioses,  el mundo colapsó finalmente. La tierra se cuarteó  y se comenzó a desprender del suelo, levitando sus partes entre 15 y 90 metros. Las islas de tierra tenían una superficie lo suficientemente grande como para que pequeñas comunidades sobrevivieran sobre ellas. Aun así en el final de la era de los dioses millones de personas murieron al caer entre las fisuras de la gran separación para quemarse en el corazón de magma.
El tiempo pasó y las bestias se acostumbraron a vivir en el aire. Construyeron unas infraestructuras de cuerdas y unos caminos metálicos que les permitían pendular de isla en isla, y  mantener el contacto entre los pueblos.
Al poco tiempo las guerras de colonización comenzaron. Existían tres bandos que lideraban las colonizaciones: las cerdos del metal, las cabezas magnéticas, y las ratas pájaro rampantes. Cada bando tenía un ejército y dominaba ciertas habilidades que les permitía entregarse a la guerra.
Las cerdos podían comunicarse con los ojos, las palabras fluían a través de su mirada. Las cabezas magnéticas podían desfragmentar el tiempo y tenían el don de la bilocación. Y las ratas pájaro tenían permitido subir a la tierra de los dioses.  

La muerte se hizo tan real, un hecho tan cotidiano, que dejó de tener relevancia en las islas. Los cortejos fúnebres consistían entonces en lanzar el cuerpo al corazón de magma de la tierra.
Ninguna desgracia, ningún holocausto superaba la ambición de estos bandos por coleccionar tierras, ese placer tan profano por el saqueo y el asesinato. Fue entonces cuando sucedió. De las entrañas del corazón de magma surgió Leyva con su ejército. Las ancianas de la isla en la que yo vivía habían predicho el suceso como Casandras futuristas, pero igualmente que la desdichada hija de Hécuba y Príamo, nadie les hizo caso, todo el mundo estaba perturbado por su propia desgracia. De cualquier forma ¿quién?, o ¿qué? hubiera podido detener a aquella deidad que se había formado por la tristeza del nuevo mundo.
El corazón palpitante de magma se apagó de repente y comenzó a emitir una luz intensa. Dos meses después un dragón blanco con unos bigotes larguísimos salió del interior del corazón de magma y se perdió en la inmensidad del universo. En las semanas siguientes aparecieron más dragones, las primeras semanas unos tres o cuatro, luego 10, 15, luego 100, finalmente un día de eclipse solar salieron del corazón millones de dragones blancos. El acopio de cuerpos ponzoñosos y escamosos resplandecía con una luz propia de ultratumba. Los dragones se dispersaron por el infinito.
El traquido que vino después caló en la más profundo del cerebro, tan hondo que todas las bestias, inclusive las sordas, se retorcían, como gusanos en el suelo, del dolor. Este fenómeno duró unos 5 minutos. El corazón de magma se comenzó a quebrar como un huevo y se alzó, imponente, el dios Leyva, el dios del magma.
Leyva era una gigantesca serpiente emplumada. Tenía la cabeza de un paz rape, uno de esos peces luminosos de las profundidades del océano, y la extensión luminosa de su cabeza terminaba en el cráneo de un búfalo. Las plumas de Leyva eran  tornasoladas con una gama de colores desde el púrpura hasta el aguamarina. Cerca de su cabeza salían unas protuberancia que podrían indicar el lugar donde debería tener brazos, pero no los tenía, solamente esas protuberancias. Tardó mucho tiempo en salir de la tierra, su cola estaba cubierta por los esqueletos, y los cuerpos en descomposición que habían sido arrojados al corazón de magma. Entonces muchos lo comprendimos: Leyva había sido fecundado por nuestro propio dolor, el dolor de la guerra, de nuestros seres queridos brutalmente asesinados.
Leyva se posó en el cielo. Su cuerpo era tan largo que cubrió todo el mundo. Los tres bandos en disputa se alzaron en armas e intentaron amedrentar al dios. Este emitió un sonido, parecido al canto de una sirena y los dragones blancos se abalanzaron contra la tierra para perseguir a los atacantes. Cuando atrapaban a alguno, enrollaban su cuerpo en él, con el aliento les sustraían el alma, y transmutaban el cuerpo en arena. No dejaron ninguno vivo. Regresaban entonces a Leyva,  le mordían sus protuberancias y se unían a su cuerpo. Los dragones cicatrizaban a una velocidad asombrosa, fundiéndose y/o confundiéndose en el dragón el alma de las bestias y el cuerpo del dios.
Cuando la fusión y/o confusión terminó, la conglomeración de dragones había formado unas alas de un resplandor boreal que Leyva plegaba y desplegaba de su majestuoso cuerpo.
Leyva procedió a devorar la luna y el sol en el punto álgido de su eclipse. El mundo pasó doce años, un ciclo entero, en completa oscuridad. El cuerpo de Leyva se había quedado levitando sobre nuestras islas como una advertencia de paz, como una amenaza que obligaba a mantener el orden y no alimentar la tristeza, ni el odio, ni la muerte si no se quería despertar otra vez al dios.

Al terminar el ciclo, Leyva se despertó de su hibernación y depositó un huevo, un sol y una luna emplumadas, que emitía una luz aguamarina que iba cambiando a púrpura y nuevamente a aguamarina, y Leyva descendió nuevamente al corazón de magma y se cristalizó.

bestiario de pasiones 6ta parte


En Radamantia el rampante deberá detenerse. Es tradición que los viajeros alimenten a la cerdo para que esta los bendiga curtiendo una de las infinitas pieles de su cuerpo
Al abandonar Radamantia el rampante deberá prepararse para la más violenta parte de la escalada del Labyros, puesto que aparte de cazar su comida y mantenerse en equilibrio deberá enfrentar a las arpías que viven más allá del primer sol, pero si el rampante  logra salir ileso se le permitirá el llegar al nudo principal, el nudo que sostiene toda la estructura del Labyros. Allí, parado en la cima del Labyros, podrá bailar. Su precisión será perfecta y nada más lo atará al suelo. Entonces podrá preguntarse: ¿Qué nos ha pasado? ¿Por qué se nos ha podrido el alma? Y jalando la telaraña que mantiene unido el Labyros deshacer el nudo y caer al vacío.
La caída tiene un potencial narrativo muy fuerte. Es precisamente por su contundencia que nos proporciona la oportunidad de utilizarla creativamente de muchísimas formas. La caída puede no llevarse a cabo nunca, pero puede generar una sensación de angustia. La caída es un estado tan contundente que puede leerse como un final.
La caída es una invitación, a reconstruir la historia, es la oportunidad de iniciar nuevamente o de quedarse suspendido, es un estado de enajenación, es un estado de redención, en el que dependiendo del tipo de caída genera diferentes sensaciones y reacciones.

Y mientras cae verá cómo la lluvia se congracia consigo y su labor verá cómo el sol se expande a llamaradas y se contrae con un gorgoreo palpitante y su cuerpo se volverá ceniza y se esparcirá por los aires y por la lluvia y no habrá libación que perturbe, ni desasosiego ni bueno ni malo, ni aquí ni allá.
Y la ceniza bañada en las gotas caerá en los campos de kiwis  y de cada gota nacerá un rampante vacío, inocuo, un nuevo ser para habitar el mundo, y entonces cada ceniza, cada parte del rampante decidirá su destino de ahora en adelante, decidirá si beber del Mnemosine para recuperar sus cantos y continuar con su vida o del Leteo para comenzar a escribir su propio canto de yubarta hasta que sienta de nuevo el llamado al peregrinaje.
“La Muerte – la Muerte de la que te hablo – no es la que seguirá tu caída, sino aquella que precede tu aparición sobre el alambre. Es antes de subir a él que mueres. Aquel que baila, estará muerto – doblegado ante todas las bellezas y capaz de todas. Cuando tú aparezcas, una palidez – no, yo no hablo de miedo, sino de su contrario: de una audacia invencible – una palidez te cubrirá. A pesar de tu maquillaje y de tus lentejuelas, estarás descolorido, tu alma lívida. Es entonces cuando tu precisión será perfecta. Como ya nada más te atará al suelo podrás bailar sin caer. Pero asegúrate de morir antes de aparecer, y que sea un muerto quien baile sobre el alambre.” (7)

Nos acariciamos por un largo rato, en un momento de la noche nos fundimos. Éramos unos siameses, que compartían las piernas y la cadera y nuestros troncos estaban divididos. Entonces me di cuenta, Disnarda nos veía desde la puerta sentada en una mecedora engullendo huevos de un tazón.
Quedamos tan sombríamente perturbados que tuvimos que irnos a dormir.
Al cabo de 8 meses y luego de haberme enamorado profundamente de Greta, dejé de estar muerto. Greta se sorprendió mucho. Aunque no me lo dijo estoy seguro de que se llevó una decepción, seguramente esperaba que yo me quedara muerto para siempre y que no pronunciaría una palabra nunca más, para poder contarme sus aventuras y cuidarme. Lo vi en sus ojos, y vi la lágrima que se asomaba tímidamente de sus ojos sin pupila. Entonces yo también lloré un poco.

Viví con Greta otro mes y medio. Nos hicimos grandes amigos. Yo le conté mi vida mis sueños, mis emociones, mis temores. Greta me enseñó a encantar, me presento el mar, a su hermana. Una noche Greta estaba acostada sobre mi pecho en la cabañita, el momento era empalagosamente cursi, las estrellas, los halos del claro de luna colándose sutilmente por la ventana e iluminando nuestros cuerpos. Greta fumaba un cigarrillo y frotaba sus pies contra los míos debajo de la sábana; yo le recité un verso que me cantaba mi abuelo:

La cerdo, deambula sensualmente
Arrastrando un cadáver diabólicamente
Blandió por su cuerpo su hermoso abanico,
Exhibió un cuchillo, con un truco mágico
Rasgo un poco al cadáver, penetro su corazón
Invadida de ira huye de la tensión
Nadie sombrío seduce al cabrío
También lo apuñala  sin pretensión
Obsceno origen de la mutación

“NO, ESO NO FUE LO QUE PASÓ”

La cerdo, deambula sensualmente
Acarreando un carnero diabólicamente
Blandió por su cuerpo su hermoso abanico,
Exhibió su apéndice, con un truco mágico
Reventó unos hilos, penetro su corazón
Invadida de hambre huye de la tensión
Nadie sombrío seduce al cabrío
También lo apuñala sin pretensión
Obstinación
Será ahora mejor mantener la tensión















bestiario de pasiones 5ta parte


Greta se acostó en una cama. Me acosté en la misma cama. Ambos mirábamos el techo, y frotamos los dedos gordos de nuestros pies bajo las sábanas. Deslicé la mirada desde el grumoso techo hasta la cara de Greta. ¿Qué le ha pasado?, pensé. Su rostro había desaparecido. Parecía un maniquí barnizado. Pero su boca seguía en su lugar.

Greta perdió el rostro. Y solo quedó su boca. Y yo miraba esa boca… sin entender casi nada… ni una cuarta parte… ni idea… de lo que estaba diciendo...

 ... se dio cuenta... las palabras llegaban... imagina!... las palabras llegaban... una voz que ella no reconoció al principio tanto tiempo desde que sonaron... luego finalmente tuvo que admitir... no podía ser otra... que ella misma... ciertos sonidos de vocales... ella nunca había escuchado... donde fuera... entonces esa gente podría mirar... las raras ocasiones... una o dos veces al año... siempre invierno por alguna extraña razón... mirarla a ella sin comprender... y ahora este flujo... flujo constante... ella que nunca tuvo... por el contrario... prácticamente muda... todos sus días... ¿cómo sobrevivió¿... incluso comprando... afuera comprando... shopping ocupado... supermercado... solo la mano en la lista... con la bolsa... vieja bolsa negra de compras...luego ahí parada esperando... cualquier extensión de tiempo... en medio del gentío... sin moverse... mirando al vacío... la boca sema abierta como siempre... hasta que estuvo de vuelta en su mano... la bolsa de vuelta en su mano... luego pagar e irse... no tanto más como adiós... cómo sobrevivió!... y ahora este flujo...sin captar la mitad de él... ni un cuarto... ni idea... lo que ella estaba diciendo... imagínate!... ni idea lo que ella estaba diciendo!... hasta que empezó a engañarse… no eran de ella para nada… no era su voz para nada… no debía haber duda… vital ella debía… estaba en el punto… después de tantos esfuerzos… cuando de repente ella sintió… de a poco sintió…moviendo los labios… imagínate!... moviendo los labios!... que por supuesto ella hasta el momento no tenía… y no solo los labios… los cachetes… las mandíbulas… la cara entera… todas esas— qué?... la lengua?... sí… la lengua en la boca… todas esas contorsiones sin las que… no hay habla posible… y todavía como habitualmente… no sentía en absoluto… por lo que intentar una es… sobre lo que una está diciendo… el ser entero… sosteniendo sus palabras… por lo que así ella no solo tenía que… tenía ella que… no solo tenía ella que… darse por vencida… admitir su sola… su voz sola… excepto este otro pensamiento horrible… oh mucho después… brusco destello… incluso más horrible si posible… ese sentimiento volvía… ¡imagínate!... ¡sentimiento volvía!... empezando desde arriba… luego bajando… toda la máquina… pero no… deja  eso… la boca sola.. tan lejos… ¡ah!... tan lejos… luego pensando… oh mucho después… brusco destello… no puede seguir… todo este… todo ese… flujo continuo… hiriente… hacer algo con él… y sus propios pensamientos… hacer algo con ellos… todo— ¿qué?... el zumbido… sí… todo el tiempo el zumbido… recalcitrante… todo eso junto… imagínate!... todo el cuerpo como ido… solo la boca… labios… cachetes…… mandíbulas… nunca—… ¿qué?... ¿lengua?... sí… labios… cachetes… mandíbulas… lengua… nunca parar ni un segundo… la boca enardecida… flujo de palabras… en su oído… prácticamente en su oído… no capta la mitad… ni un cuarto… ni idea lo que ella dice… ¡imagínate!... ni idea lo que ella dice!... y no puede parar…(5)

… Lo que importa es la forma… no el contenido… Cuanto menos reparen tus víctimas… en lo que dices… y más en lo que les haces sentir… tanto más seductor será tu efecto…

Ready for the action now, danger boy?
Ready if I'm ready for you, danger boy?
Ready if I want it now, danger boy?
How dare you, danger boy
How dare you, danger boy
I dare you, dare you, danger boy (6).
Greta se calló. Todos los ecos y las capas de sonido, los ecos, dejaron de resonar tan fugazmente que un silencio abrumador inundó el lugar. Pasé saliva con dificultad… Greta suspiro. Yo me giré recostando mi oreja en la almohada para poder verla mientras me hablaba.
Ella me preguntaba cosas, sin importarle que yo fuera incapaz de responder con palabras. Comenzó a oscurecer.
 …Cuando conocemos a una persona existe cierto grado de compenetración. Se gustan o no se gustan. Si sonríen es porque les ha gustado la compañía. Esto  ocurre porque las personas, y muchos animales, somos musicales. Nos gusta juntarnos con personas que van en nuestros mismos ritmos, ¿me sigues?, los ritmos están en la memoria de nuestro cuerpo son: la respiración, la postura corporal, el lenguaje en fin...
Mientras Greta hablaba su cuerpo comenzó a transformarse. Cambió su tono muscular, sus senos se hicieron pectorales, le salió vello en las axilas el pecho las piernas y una barba, su vagina se convirtió en un pene. Y ese hombre en el que se estaba trasformando era yo mismo, era como verse (me) en un espejo, no como tener un gemelo, no sé.
– Seducir, fascinar, encantar– dijo Greta. Es un juego de provocación. ¿Ves? Apuesto a que te gusta. Está claro que es un elogio que me transforme en ti. No te asustes, ¿ves?, nunca te haría daño. Puedo crear esa compenetración artificialmente entrando en tu ritmo. Copiando tu respiración y adaptándola a mi cuerpo, tomando tus movimientos, tu modo de hablar…
La voz de Greta se transformó en una voz gruesa, que no era mi voz. Después de todo ella nunca la había oído, así que no podía copiarla. Eso me tranquilizó un poco, era un ancla con la realidad que me hacía comprender que no estaba delirando.
El Eidolón repico en mi cabeza “Puedes ser cruel y despiadada, mientes con inteligencia no para sacar ventaja sino para manipular a los demás”.  
– …tus maneras, que ahora son mías, susurró Greta. Y así, sutilmente entrando en tu ritmo lograr esa compenetración. ¿Lo ves? Es musical, somos musicales, somos corcheas y semicorcheas, somos serpientes.
Oscureció por completo. Greta se dio la vuelta. Espere un rato, diez y/o siete minutos, me coloqué detrás de Greta, con mi mano derecha le acaricié la tetilla debajo de su camisa. Mi pelvis rozó su cadera y tensioné mi cuerpo en un abrazo que era a la vez abrazo y una manera de retenerla para que no escapara de mi lado. Greta tomó mi mano y la apretó suavemente. Voltée a Greta boca arriba. Ella tenía una camiseta blanca de esqueleto y unas braguitas moradas con un moño, en la cual se notaba su pene. Yo tenía una mortaja de seda.


Comenzamos a besarnos, siendo muy delicados tratando de probar cada grieta cada fisura de los labios, cada diente, la mixtura de la lengua. La confusión de lenguas, sudábamos. Ambos teníamos una erección y encajábamos nuestras caderas una con la otra en un baile de serpientes. Le lamí la axila, mientras tocaba unos puntos de relajación desde sus omoplatos hasta su sien. Comencé a darle un masaje con mis manos. Le quité la ropa interior, comencé a lamer su perineo haciendo vibrar mi lengua. Seguí besándola. Caminando por su cuerpo con mis dedos índice y corazón, caminando por los brazos pasando por la axila, luego su pecho como una gran planicie, pasando por su ombligo, luego descendiendo por una montaña, al final de la montaña hay unas rocas y un río, más allá del río. Comenzarás tu migración que durará exactamente 12 años. Cuando llegue el momento sentirás la necesidad de ser un ser rampante y treparás sobre la masa humana hasta alejarte de todo, de las ciudades de los campos de todo lugar reconocible y recordable para ello deberás llegar hasta la vasta profundidad de una maraña y enredar en esta las vicisitudes del mundo y olvidar un poco.
Pero es peligroso olvidar para siempre, es peligroso volver a caer en los mismos abismos sin estar preparados, así que este olvido del Leteo es temporal, todos los recuerdos el pasado, los lugares lo conocido debe ser encapsulado en una melodía tal como lo hacen las yubartas; y arrojar el canto al Mnemosine, para que cuando el rampante regrese y beba de sus aguas pueda recuperar todas sus vidas pasadas.
Luego de olvidarlo todo el rampante comienza su peregrinaje de escalada, por la estructura de labyros. El labyros fue creado milenios atrás cuando las hijas del minotauro, las arañas titánicas, poblaban la tierra y comenzaron el primer ascenso creando estructuras ascendentes con sus telarañas que rompen en el cielo más allá de donde alcanza la vista, más allá de los soles, más allá del tiempo.
A la mitad del camino se encuentra la ciudad de Radamantia donde viven en comunidad los rampantes que han decidido que su vida debe detenerse en la mitad de un nudo porque han desistido de la idea de desenredar sus mundos y de enredarlos nuevamente. De esta manera pueden mantenerse en equilibrio y deben hacerlo, porque al no ser la cumbre la caída del Labyros no los llevaría a la muerte sino al vacío, un vacío del que no podrán escapar jamás ya que no se encuentra en un estado terrenal sino en una proyección mental.

El cuerpo se mantiene en un equilibrio constante, cuando de desequilibra hay una sensación de vértigo y una acción reacción para afrontar la caída que propone determinadas articulaciones del cuerpo. Es entonces cuando ocurre ese momento de suspensión en el que te atreves a intentar algo nuevo, cuando tu piel se eriza y todos tus sentidos están a la expectativa de respuesta del instante aquí y ahora.

Es una sensación ambigua. Por un lado es un empoderamiento, se siente la adrenalina en todo tu cuerpo; por otra, está el vértigo de ese instante de peligro, es un vacío en el estómago, que produce ansiedad. 

bestiario de pasiones 4a parte

(…)

Todo se queda en silencio un minuto o dos y luego suena un zumbido…brrrrrrrrzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz… Hay una mujer acostada en la cama. ¿Cómo no me di cuenta antes? Debe ser que sigo confundido.Es  muy atractiva. Está dormida, se da la vuelta y veo que no tiene la coraza que recubre el resto de su cuerpo en la espalda, una exhibición putrescente de venas arterias y órganos expuestos sin mesura. No podía dejar de ver ese espectáculo, no con asco sino más bien con una incertidumbre al ver semejante demostración de cuerpo desnudo y vivo. Es hermoso. Aun así siento temor, y me voy de la habitación, rápidamente.

 Salí del hospital por la entrada trasera, que al contrario de la principal estaba rodeada de enredaderas. Crucé la calle bañado en sudor y me detuve en frente a una cafetería. Recuerdo todos los detalles y más, recuerdo esa purulenta esquina frente a la cafetería, a donde se me acercó un hombre a pedirme una moneda; recuerdo que me negué a dársela, que se abalanzó para agarrar una botella de Old John que había en el suelo, reventarla contra el sardinel y enterrarme la botella en el cuello. Fue entonces cuando morí.


No sé cuánto tiempo estuve muerto, solo sé que Greta me cuidó todo ese tiempo.
Greta la mujer de la que te hablo, es alta,  la mujer que conocí antes de morir. Es blanca, muy blanca, su piel es como el yeso. Tiene los ojos verdes aunque muchas veces con la luz su pupila desaparece, le gusta usar maquillaje…es voraz, intuitiva, carnosa, es…balal.       
Mi cuerpo inerte llegó hasta la playa de Amboine. Aunque yo estaba muerto me daba cuenta de todo lo que pasaba. Estuve 8 meses convertido en una estatua sin poder mover ni un dedo ni un pelo ni una pestaña. Convertido en una foto...
Greta me recogió un día en la playa, mucho tiempo después de nuestro primer encuentro en el hospital.
Había llegado a la playa de la misma manera que llegan las ballenas para morir. Greta estaba dando uno de los eternos paseos que necesita para pensar. Cuando me vio no se apresuró a venir por mí sino que siguió caminando a su ritmo, como si el acontecimiento fuera incapaz de perturbar su meditación matutina. Con mucha paciencia me cargó en su espalda y me llevó hasta su cabaña.
La cabaña quedaba en una isla en el centro de un lago. Para llegar a ella había que atravesar un largo puente de madera, que no tenía barandilla. Al final del puente estaba la cabaña pintada de rojo, con dos ventanas en la fachada y otras 4 alrededor, dos a cada lado y ninguna atrás, y una puerta de madera que tenía colgando unos avioncitos de plástico en la entrada.
La isla estaba cubierta de hojas, había seis árboles muy altos y delgados que rodeaban la casa en la parte de atrás había una letrina un lavadero y unas cuerdas sujetas a los arboles para colgar la ropa. Entre la casa y el agua había más o menos 5 metros en todas sus direcciones. Greta tenía una balsa construida con plásticos de botella y neumáticos, amarrada a uno de los árboles.
Por dentro la cabaña era muy vieja. Tenía una única habitación dividida por un altillo que usaba como recámara, una chimenea, una cocina de piedra y algunos muebles muy desgastados.          
Greta me instaló en su cuarto. Tejió unas hojas con las que improvisó una cama para acostarme al lado de su cama. Como yo no podía hablar Greta era la que me hablaba, me contaba todo tipo de historias de laberintos  y/o  de sus romances…
El Leteo
Ven a mi pecho, alma cruel y sorda,
Tigre adorado, monstruo de aire indolente;
Quiero enterrar mis temblorosos dedos
En la espesura de tu abundante cabellera;

Sepultar mi cabeza dolorida
En tu falda colmada de perfume
Y respirar, como una ajada flor,
El relente de mi amor extinto.

¡Quiero dormir! ¡Dormir más que vivir!
En un sueño, como la muerte, dulce,
Estamparé mis besos sin descanso
Por tu cuerpo pulido como el cobre.

Para ahogar mis sollozos apagados,
Sólo preciso tu profundo lecho;
El poderoso olvido habita entre tus labios
Y fluye de tus besos el Leteo.

Mi destino, desde ahora mi delicia,
Como un predestinado seguiré;
Condenado inocente, mártir dócil
cuyo fervor aumenta en el suplicio.

Para ahogar mi rencor, apuraré
El nepentes y la cicuta amada,
Del pezón delicioso que corona este seno
El cual nunca contuvo un corazón. (3)

– ¿Sabías que desde la torre Colpatria, hasta el primer escalón de la catedral primada hay exactamente 5433 pasos? –preguntó Greta.


Sin duda alguna, los procesos del caminante pueden registrarse en mapas urbanos para transcribir sus huellas (aquí pesadas, allá ligeras) y sus trayectorias (pasan por aquí pero no por allá). Pero estas sinuosidades en los trazos gruesos y en los más finos de su caligrafía remiten solamente, como palabras, a la ausencia de lo que ha pasado. Las lecturas de recorridos pierden lo que ha sido; el acto mismo de pasar. (4)

Luego hizo una pausa larga, bajó del altillo, fumó un cigarrillo por la ventana.
(…)


Un martes de junio, salimos en bicicleta a un pueblo. 
Llegamos a la casa de una gallina llamada Disnarda. Disnarda nos atrapó en una habitación, que podía ser un garaje y/o habitación de huéspedes y/o taller de herramientas. Había dos camas adosadas de metal, una rocola con una placa en la que se leía Motor Harley Davison cycles, na mesa con dos sillas hechas de partes de herramientas de mecánica, y sobre la mesa un juego de parqués.
Disnarda nos obligó a comer cuarenta huevos, que había puesto ella misma. Luego, nos encerró en la habitación. Miré la hora, las 7 P.M. Aún había sol, un sol muy intenso.
Coloqué una moneda en la rocola y comenzó a sonar una canción, el aire se puso muy denso, pesado, tan pesado que el sonido comenzó a distorsionarse, a fragmentarse, a quedarse en el aire y a no desaparecer. A acumularse en capas. 

(…)